david tome presenta...

De cosecha propia

Recopilación subjetiva

"En un lugar de la mente, de cuyo nombre no logro acordarme..."
Al Z. Heimer

Mercenario

Llovía. Las torrenciales aguas caían con fuerza sobre la tierra yerma. En cientos de metros a la redonda nada sobresalía del terreno más de tres o cuatro palmos salvo algunos matorrales dispersos. Y una negra figura. Hincada la rodilla en el barro y con el escudo a la espalda aguantaba estoicamente el embite de la lluvia. El agua le chorreaba por la cabellera y sobre las mejillas mientras el violento repiqueteo de las gotas sobre el metal del escudo proferían un ensordecedor rugido. Sin más arma que la paciencia, el guerrero comenzaba a sentir en los huesos el frío del invierno. La cota de mallas y el cuero empapado poco podían hacer para protegerle de la lluvia.

En el fragor de la última escaramuza su espada se había quebrado y su montura había sido alcanzada por varias flechas certeras que le habían hecho caer. Una de ellas le había encontrado a él, y su punta envenenada aún se hallaba alojada en su costado. Había logrado huir del campo de batalla, solo, sin caballo, sin honra.

Mientras el frío se extendía por su cuerpo el veneno iba adormeciendo sus sentidos y en un intento desesperado de aferrarse a la vida buscó en sus recuerdos una luz. Sus padres hacía años que habían muerto y no tenía más familia. La amistad era un campo tan vacío como en el que ahora se arrodillaba y sus compañeros de batalla o habían muerto o no darían un real por su alma. Uno siempre muere solo, pero es triste cuando a nadie le importa, cuando nadie te echará de menos. El último pensamiento del guerrero salió de su cuerpo inerte en forma de lágrima, una lágrima que enseguida se vio lavada por las cascadas de agua que bajaban por el duro semblante de su rostro. Llovía.

 

David Tomé
© 11 de Octubre de 2010

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